sábado, 4 de julio de 2009

Nuevas maravillas del mundo



Nuevas maravillas del mundo se les llama a aquellas que resultaron elegidas en un concurso internacional, realizado por una empresa privada, inspirado en la lista de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. La iniciativa partió del cineasta suizo Bernard Weber, fundador de la empresa suiza, New Open World Corporation (NOWC), organizadora del evento.

Sistema de votación: Cualquier persona interesada en participar debió registrar un correo electrónico en el
sitio web de la corporación y elegir sus favoritos. Las votaciones también fueron posibles vía SMS y a través de un número telefónico de pago. En la práctica nada impedía que una misma persona votara más de una vez, siempre y cuando lo hiciera desde un correo electrónico o SMS distinto. Se pudo votar por una sola candidata y recibir un certificado de la votación específica mediante el pago de dos dólares estadounidenses. La corporación vendió artículos de souvenir alusivos al concurso. En cada voto gratuito se eligieron siete candidatas de una larga lista que se formó inicialmente por la corporación convocante y que se incrementó a pedido de diversos países o de solicitudes masivas de votantes. En los últimos meses de la votación sólo participaron los 21 candidatos que hasta entonces habían obtenido la mayor votación.
Críticas
El proyecto ha sido criticado por diferentes motivos:
La
Unesco declaró que decidió no dar el aval a esta campaña por considerar que se trató de una campaña mediática y a título personal de Weber. Declaró que no es suficiente el valor sentimental de los monumentos para incluirla en una lista de las características que se pretende. El organismo internacional afirmó que la votación no es universal en tanto que deja fuera a millones de personas que no tienen acceso a internet, y que la lista de candidatos ha sido creada bajo criterios poco científicos y educativos. Cabe mencionar que los estatutos de la Unesco no facultan a este organismo para designar una maravilla del mundo, aunque sí para decidir denominar a un lugar o monumento como patrimonio común de la humanidad.
Hubo quienes pensaron que se trató de un proyecto con finalidad económica (al tener que pagar para votar por teléfono por ejemplo) aunque Bernard Weber afirmó que los beneficios de este proyecto iban a ser destinados a la restauración de monumentos.
Otra crítica que hicieron algunos estudiosos del arte es el hecho de que las siete maravillas se elijan por votación, cuando el mérito artístico no se elige por votación y menos de personas que no tengan conocimientos artísticos.
Otros como el director del
Chichén Itzá pensaron que este tipo de iniciativas fomentan la competitividad y la discriminación







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